Hoy vamos a hablar sobre Zeus, un tema que ha capturado la atención de muchas personas en la última década. Desde su surgimiento, Zeus ha generado un gran interés en diferentes ámbitos, desde la ciencia hasta la cultura popular. En este artículo, exploraremos los diferentes aspectos de Zeus, desde su impacto en la sociedad hasta las últimas investigaciones sobre el tema. Descubriremos cómo Zeus ha evolucionado a lo largo del tiempo y cómo ha influenciado a las personas de diferentes maneras. Además, examinaremos algunas de las controversias y debates que han surgido en torno a Zeus, y cómo estas discusiones han moldeado nuestra comprensión del tema. En resumen, este artículo ofrecerá una visión completa y amplia de Zeus, proporcionando a los lectores una comprensión sólida y actualizada de este tema fascinante.
En la mitología griega, Zeus (en griego clásico: Ζεύς ; en griego moderno: Δίας ; en latín: Zeus), es «el principal y el más grande de los dioses», una divinidad a la que se denomina a veces con el título de «padre de los dioses y los hombres». Gobierna a los dioses del Olimpo como un padre a una familia, de forma que incluso los que no eran sus hijos naturales se dirigen a él como tal. Es el rey de los dioses y supervisa el universo. Es el dios del cielo y el trueno y por ende de la energía. Entre sus atributos se incluyen el cetro y la corona (como símbolos de su poder), el rayo, el águila, el toro y el roble. Además de su herencia indoeuropea, el clásico Zeus «recolector de nubes» también obtuvo ciertos rasgos iconográficos de culturas del antiguo Oriente Próximo, como el cetro. Zeus fue comúnmente representado por los artistas griegos en dos poses: de pie, avanzando con un rayo levantado en su mano derecha, y sentado majestuosamente.
Hijo de Cronos y Rea, era el más joven de sus descendientes. En la mayoría de las tradiciones aparece casado con Hera (su hermana y esposa, que engañó siendo un pájaro para casarse) aunque en el oráculo de Dódona su esposa era Dione, con quien según la Ilíada es padre de Afrodita. Es conocido por sus numerosas aventuras y amantes, fruto de las cuales fueron muchas deidades y héroes, incluyendo Atenea, Apolo, Artemisa, Hermes, Perséfone, Dioniso, Perseo, Heracles, Helena, Minos y las Musas. Con Hera suele decirse que Zeus fue padre de Ilitía, Ares, Hebe y Hefesto.
En griego, el nombre del dios es Zeús en el caso nominativo y Διός dios en el genitivo. Las formas más antiguas del nombre son las micénicas di-we y di-wo, escritas en lineal B. La palabra Zeus está relacionada con dios y con Júpiter (de Dyu-piter *Dyeu-, 'luz' y piter, 'pater, padre'), y esta, a su vez, con brillo, luz diurna.
Su equivalente en la mitología romana era Júpiter; en la etrusca, Tinia; en el hinduismo, Diaus Pitar; en la egipcia, Amón; y en la cananea, Baal.
Cicerón recuenta hasta tres dioses Zeus (Júpiter); el primero nacido de Éter, el segundo de Urano (Caelus) y el tercero de Crono (Saturno). Para Ferécides Zas (Ζάς) siempre había existido y más tarde, tras su unión con Ctonia, pasó a denominarse como Zeus. Diodoro Sículo cuenta que había existido también otro Zeus, el hermano de Urano, que reinaba en Creta, muy inferior en gloria al que nació después.
El principal centro donde los griegos se reunían para rendir honores al rey de sus dioses era Olimpia. El festival cuatrienal que se celebraba allí incluía los Juegos olímpicos. Había también un altar dedicado a Zeus construido no de piedra, sino de ceniza, procedente de los restos acumulados durante muchos siglos de animales sacrificados allí en honor a la deidad.
Además de los principales santuarios situados entre polis, no había formas de culto a Zeus que compartiese todo el mundo griego. La mayoría de los títulos enumerados más abajo, por ejemplo, podían encontrarse en ciertos templos griegos desde Asia Menor hasta Sicilia. Determinados rituales se celebraban de la misma forma también: sacrificar un animal blanco sobre un altar elevado, por nombrar uno.
Zeus, poéticamente llamado con el vocativo, Zeu pater (‘Zeus padre’), es una continuación de *Di̯ēus, el dios protoindoeuropeo del cielo diurno, también llamado *Di̯eus ph2tēr (‘Padre Cielo’). El dios es conocido bajo este nombre en védico (comp. Dyaus/Dyaus Pita), latín (comp. Júpiter, de Iuppiter, derivado del vocativo pIE *dyeu-ph2tēr), derivado de la forma básica *dyeu- (‘brillar’), y en la mitología germana y nórdica (comp. *Tīwaz > AAA Ziu, nórdico antiguo Týr), junto con el latín deus, dīvus y Dis (una variante de dīves), del sustantivo relacionado *deiwos. Para los griegos y romanos, el dios del cielo era también el dios supremo, mientras que esta función era desempeñada por Odín entre las tribus germánicas, por lo que no identificaban a Zeus/Júpiter con Tyr ni con Odín, sino con Thor (Þórr). Zeus es la única deidad del panteón olímpico cuyo nombre tiene una etimología indoeuropea tan transparente.
Zeus desempeñaba un papel dominante, presidiendo el panteón olímpico de la Grecia Antigua. Engendró a muchos de los héroes con mujeres mortales (véase una lista en anexo) y aparecía en muchos cultos locales. Aunque el «recolector de nubes» homérico era el dios del cielo y el trueno como sus equivalentes de Oriente Próximo, era también el artificio cultural supremo. En algunos sentidos, era para los griegos la encarnación de sus creencias religiosas y la deidad arquetípica.
Además de los epítetos locales que simplemente designaban al dios haciendo algo arbitrario en algún lugar particular, los epítetos o títulos aplicados a Zeus enfatizaban diferentes aspectos de su gran autoridad:
Además de los títulos y conceptos panhelénicos enumerados anteriormente, los cultos locales mantuvieron sus propias ideas idiosincrásicas sobre el rey de los dioses y los hombres. A continuación se enumeran algunas de ellas:
Algunas tradiciones indican que Zeus habría nacido en el monte Liceo, en Arcadia, pero la mayoría reconocían a la isla de Creta como lugar de nacimiento de Zeus. La civilización minoica contribuyó de forma esencial a la antigua religión griega: «por un centenar de canales la vieja civilización se vació en la nueva», señaló Will Durant, y el Zeus cretense retuvo sus características juveniles minoicas. El hijo local de la Gran Madre, «una deidad pequeña e inferior que asumió los papeles de hijo y consorte», cuyo nombre minoico los griegos helenizaron como Velcanos, fue en su momento asumido como epíteto por Zeus, como ocurrió en muchos otros lugares, y pasó a ser venerado en Creta como Zeus Velcanos, el «Zeus-niño», a menudo simplemente Kouros.
En Creta, Zeus fue adorado en una serie de cuevas en Cnosos, Ida y Palaicastro. En el período helenístico se fundó un pequeño santuario dedicado a Zeus Velcanos en el yacimiento de Hagia Triada. Monedas aproximadamente contemporáneas de la ciudad de Festo muestran la forma bajo la que fue adorado: un joven sentado entre las ramas de un árbol, con un gallo sobre las rodillas. En otras monedas cretenses, Velcanos es representado como un águila y junto a una diosa celebrando un matrimonio místico. Inscripciones en Gortina y Licto registran una fiesta Velcania, demostrando que Velchanios fue aún ampliamente venerado en la Creta helénica.
Las historias de Minos y Epiménides sugieren que estas cuevas fueron alguna vez usadas para la adivinación incubadora por reyes y sacerdotes. El escenario dramático de las Leyes de Platón está en la ruta de peregrinaje a uno de estos sitios, enfatizando el conocimiento arcaico de Creta. Allí Zeus fue representado en el arte como un joven de largos cabellos en lugar de como un adulto maduro, y en los himnos se apelaba a él como ho megas kouros, ‘el gran joven’. Estatuíllas de marfil del «niño divino» fueron desenterradas cerca del laberinto de Cnosos por Arthur Evans. Junto con los Curetes, un grupo de extáticos bailarines armados, Zeus presidía el riguroso entrenamiento militar y atlético y los ritos secretos de la paideia cretense.
El mito de la muerte del Zeus cretense, localizado en varios yacimientos montañosos aunque nombrado solo en una fuente relativamente tardía, Calímaco, junto con la afirmación de Antonino Liberal de que un fuego se encendía anualmente desde la cueva de nacimiento que el infante compartió con un enjambre mítico de abejas, sugiere que Velcanos había sido un espíritu anual de la vegetación.
El escritor heleno Evémero aparentemente propuso la teoría de que Zeus había sido en realidad un gran rey de Creta y que su gloria lo habría lentamente transformado tras su muerte en una deidad. Las obras de Evémero no se han conservado, pero los escritores patrísticos cristianos asumieron la sugerencia con entusiasmo.
En griego Ἐλευθέριος, 'Eleutherios' o Ἐλευθερεύς, 'Eleutheréus', es uno de los nombres dados a Zeus, rey de los dioses olímpicos en la mitología griega. Recibe este nombre cuando se alude a su condición de «libertador» o «portador de la libertad». Los griegos antiguos siempre han dado un gran valor a la libertad y por ello asociaban este atributo a Zeus, el cual era también asociado a Eros y Dioniso en algunas zonas del Ática. En honor a esta versión del dios se realizaba una fiesta en varias ciudades griegas llamada Eleuterias.
Tras la caída de la tiranía de Polícrates hacia el 522 a. C., Samos fue gobernada por Meandro, que había sido secretario del tirano. Marcando un contraste con el régimen anterior, Meandro instituyó un culto a Zeus Eleuterio.
En el Ágora de Atenas se construyó un pórtico (stoa) dedicado a Zeus llamándolo Eleuterio por ser el «defensor de la libertad y la integridad del pueblo». Este pórtico, situado junto a la estoa Basileos, se comenzó a construir en torno al 425 a. C., y se terminó hacia el 410.
El señor Zeus, tras la victoria griega sobre los persas en la batalla de Platea del año 479 a. C., el general y regente espartano Pausanias llevó a cabo un sacrificio a Zeus Eleuterio en el ágora de la ciudad de Platea. El texto de una inscripción del siglo III a. C., hallada en 1971 por el arqueólogo griego Theodoros Spyropoulos cerca de las murallas de Platea, demuestra que unos dos siglos después de la batalla existía en la ciudad un culto a «Zeus Libertador y la Concordia de los griegos», así como un certamen atlético en honor de los «combatientes contra los bárbaros por la libertad de los griegos».
En la ciudad había un altar consagrado a Zeus Eleuterio, y se celebraban cada cinco años unos juegos conocidos con el nombre de Eleuterias.
Asimismo, en la antigua Siracusa, también se construyó y consagró un templo a Zeus Eleuterio en 465 a. C.
El epíteto Liceo (Lykaios, ‘lobuno’) es asumido por Zeus solo en relación con las fiestas arcaicas de las Liceas en las faldas del monte Liceo, el pico más alto de Arcadia. Zeus tenía solo una relación formal con los rituales y mitos de este primitivo rito de paso, con una antigua amenaza de canibalismo y la posibilidad de una transformación en hombre lobo de los efebos que participaban. Cerca del antiguo montón de cenizas donde los sacrificios se celebraban había un recinto prohibido donde, supuestamente, ninguna sombra era jamás proyectada. Según Platón, cierto clan se reuniría en la montaña para realizar un sacrificio cada nueve años a Zeus Liceo, y mezclarían un único trozo de entrañas humanas con las del animal. Se decía que quien comía la carne humana se transformaba en un lobo, y solo podía recuperar su forma original si no volvía a comer carne humana hasta que hubiese terminado el siguiente ciclo de nueve años. Hubo juegos relacionados con las Liceas, retirados en el siglo IV a. C. a la primera urbanización de Arcadia, Megalópolis, donde un templo principal fue dedicado a Zeus Liceo.
Aunque la etimología indica que Zeus era originalmente un dios del cielo, muchas ciudades griegas honraban a un Zeus local que vivía bajo tierra, y que con el paso del tiempo terminaría confundiéndose o asimilándose con la figura de Hades. Los atenienses y sicilianos adoraban a Zeus Meiliquios, mientras otras ciudades tenían a Zeus Ctonio (‘terrestre’), Catactonio (‘subterráneo’) y Plusio (‘dador de riquezas’). Estas deidades podían ser representadas como serpientes o con forma humana en el arte, o de ambas maneras juntas para mayor énfasis. También recibían ofrendas de víctimas animales negras en pozos hundidos, como se hacía con deidades ctónicas como Perséfone y Deméter, y también con los héroes en sus tumbas. Los dioses olímpicos, por el contrario, recibían normalmente sacrificios de víctimas blancas sobre altares elevados.
En algunos casos, las ciudades no estaban completamente seguras de si el daimon para quien realizaban el sacrificio era un héroe o un Zeus subterráneo. De ahí que el altar en Lebadea en Beocia pudiera corresponder al héroe Trofonio o a Zeus Trofonio (‘el criador’), según se consulte a Pausanias o a Estrabón. El héroe Anfiarao era adorado como Zeus Anfiarao en Oropo, en la zona limítrofe entre Beocia y el Ática, y los espartanos tenían incluso un altar a Zeus Agamenón.
Aunque la mayoría de los oráculos solían estar dedicados a Apolo, los héroes o diversas diosas como Temis, algunos lugares oraculares fueron dedicados a Zeus.
El culto a Zeus en el Oráculo de Dódona en Epiro, donde hay evidencias de actividad religiosa a partir del II milenio a. C., tenía su centro en un roble sagrado. Cuando la Odisea fue compuesta (sobre el 750 a. C.), las profecías eran realizadas por sacerdotes descalzos llamados Selloi, que yacían en el suelo y observaban el susurro de las hojas y las ramas. En la época en la que Heródoto escribió sobre Dódona, las sacerdotisas llamadas peleiades (‘palomas’) habían reemplazado a estos sacerdotes.
En Dódona la consorte de Zeus no era Hera sino la diosa Dione, cuyo nombre es la forma femenina de «Zeus». Su posición como titánide sugiere según algunos que puede haber sido una deidad prehelénica más poderosa, y quizás la ocupante original del oráculo.
El oráculo de Amón del oasis de Siwa, en el desierto occidental de Egipto, no quedaba dentro de los límites del mundo griego antes de Alejandro Magno, pero aun así tenía gran influencia en los griegos durante la era arcaica: Heródoto menciona consultas a Zeus Amón en su relato de las Guerras Médicas. Zeus Amón era especialmente honrado en Esparta, donde existía un templo dedicado a él en la época de la Guerra del Peloponeso.
Después de que Alejandro hiciese una incursión en el desierto para consultar el oráculo de Siwa, surgió el personaje de la sibila libia.
Zeus fue identificado con el dios romano Júpiter y estaba asociado en la imaginación sincrética clásica (véase interpretatio graeca) con algunos otros dioses, tales como el egipcio Amón y el etrusco Tinia. Junto con Dioniso, Zeus absorbió el papel del dios jefe frigio Sabacio en la deidad sincrética conocida en Roma como Sabazius.
Algunos mitólogos comparativos modernos lo alinean con el hindú Indra.
En los últimos años del siglo XX, el culto a Zeus y a los dioses olímpicos encontró nuevos seguidores en Grecia, pese a la firme oposición de la Iglesia Ortodoxa. Durante las dos primeras décadas del siglo XXI, se llevaron a cabo sendas ceremonias «ilícitas» en el templo de Hefestos, debajo de la Acrópolis. La religión clásica se denomina helenismo, y fue reconocida en 2017 oficialmente por los tribunales griegos, se le permite actualmente la utilización de los antiguos lugares de culto, tal y como son autorizadas las ceremonias de los nuevos druidas británicos en Stonehenge.
Cronos fue padre de varios hijos con Rea: Hestia, Deméter, Hera, Hades y Poseidón, pero se los tragó tan pronto como nacieron, ya que Gea y Urano le habían revelado que estaba destinado a ser derrocado por su propio hijo, tal como él había destronado a su padre. Pero cuando Zeus estaba a punto de nacer, Rea pidió consejo a Gea para urdir un plan que lo salvara, y así Cronos tuviera el justo castigo a sus actos contra Urano y contra sus propios hijos. Rea se escondió en la isla de Creta, donde dio a luz a Zeus. Luego engañó a Cronos, dándole una piedra envuelta en pañales que este tragó en seguida sin desconfiar.
Urano | Gea | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Rea | Crono | Otros Titanes | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Hera | Poseidón | Zeus | Hades | Hestia | Deméter | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Apolodoro dice que Rea, irritada porque Crono ya había devorado a cinco de sus vástagos, se dirige a Creta, estando encinta de Zeus, lo da a luz en una cueva de Dicte y se lo entrega a los curetes y a las ninfas Adrastea e Ida, hijas de Meliseo, para que lo críen. Estas alimentaban al niño con la leche de Amaltea. Los curetes, armados, custodiaban al niño en la cueva y golpeaban los escudos con las lanzas para que Crono no oyera su voz. La Teogonía de Hesíodo refiere que los padres de Rea, Gea y Urano, la enviaron a Licto, un pueblo rico de Creta. Una vez allí Gea recogió al infante, lo cuidó y lo crio en persona. Otras tradiciones dicen que los nueve telquines de Rodas que acompañaron a Rea hasta Creta para hacerse cargo de la educación de Zeus adolescente y entonces recibieron el nombre de curetes.
El escritor latino Higino, alterando un poco el relato, dice que la profecía del destronamiento de Crono solo incluía a los hijos varones, así que arrojó a Hades al Tártaro y a Poseidón a las profundidades del mar. En esta versión la propia Hera le pide a su madre al Zeus recién nacido y se lo llevó a Creta. Fue en este momento cuando Crono se puso a rastrear por toda la tierra a su hijo benjamín. Amaltea, la nodriza del niño, lo colgó en una cuna bajo un árbol, para que no pudiese ser encontrado ni en la tierra, ni en el cielo, ni en el mar. Cuando finalmente el llanto del bebé pudo ser escuchado, Hera convocó a unos jóvenes y les entregó unos escudos pequeños de bronces y unas lanzas, y les ordenó que diesen vueltas alrededor del árbol causando un alboroto. Estos son llamados curetes, o bien coribantes o incluso lares.
Las versiones varían mucho en cuanto a los nombres de las nodrizas que se hicieron cargo del infante Zeus. Ya se han incluido a Adrastea, Ida y Amaltea. Calímaco dice que Rea dio a luz en Parrasia y confió al niño a Neda fue su primera nodriza. En Creta las compañeras de los coribantes, esto es, las ninfas melias, lo cuidaron: Adrastea lo mecía en una cuna, la cabra Amaltea le daba leche de sus ubres y la abeja Panácride le daba miel. Higino cita muchas variantes al respecto. Dice que Óleno, un hijo de Hefesto, tuvo dos hijas Ega y Hélice, quienes fueron las nodrizas. O bien las nodrizas fueron las hijas de Meliseo, rey de Creta. Museo dice que Zeus fue cuidado por Temis y Amaltea, que en esta versión es una ninfa. En Megalópolis estaba representada una estatua de Neda en un recinto sagrado llevando a Zeus niño en brazos, y acompañada de las ninfas Antracia, Hagno, Anquírroe y Mirtoesa. Tisoa también fue una de las nodrizas y otra fue Itome. Hélice y Cinosura, catasterizadas en los cielos, también cuidaron del infante.
Se cuenta que Celmis había sido el mejor amigo del infante Zeus. Muchos años después, Rea se sintió ofendida por las payasadas de Celmis y pidió a Zeus que lo convirtiera en un trozo de acero o diamante. Zeus así lo hizo.
Otra versión tardía nos dice que Olimpo, que parece ser uno de los gigantes, recibió al infante Zeus en Creta y le enseñó todo sobre los asuntos divinos. Zeus, según se dice, abatió a su padre adoptivo y maestro porque había empujado a los gigantes a atacarle a su vez; pero cuando hubo golpeado, ante su cuerpo se llenó de remordimiento y, como no podía aplacar su pena de otra manera, dio su propio nombre a la tumba de su víctima. Por eso los cretenses dicen que hay una tumba de Zeus en Creta.
Tras hacerse adulto, Zeus obligó a Crono a regurgitar primero la piedra (que se la dejó a Pitón bajo las cañadas del Parnaso como señal a los hombres mortales, el Ónfalos) y después a sus hermanos en orden inverso al que los había tragado. En algunas versiones, Zeus solicitó la ayuda de Metis, quien le dio a Crono un emético para obligarlo a vomitar al resto de sus hijos, y en otras Zeus abrió el estómago de Crono. Luego de que Zeus liberó a los hermanos de Crono, liberó a los Hecatónquiros y a los Cíclopes de su mazmorra en el Tártaro y mató a su guardiana, Campe. Como muestra de agradecimiento, los Cíclopes le dieron el trueno, el rayo o el relámpago, que habían sido previamente escondidos por Gea.
En una guerra llamada la Titanomaquia, Zeus y sus hermanos y hermanas junto con los Hecatónquiros y Cíclopes, derrotaron a Crono y a los otros Titanes, que fueron encerrados en el Tártaro, un lugar húmedo, lúgubre, frío y neblinoso en lo más profundo de la Tierra y allí quedaron custodiados por los Hecatónquiros. Atlas, uno de los titanes que luchó contra Zeus, fue castigado a sostener la bóveda celeste.
Tras la batalla con los Titanes, Zeus se repartió el mundo con sus hermanos mayores, Poseidón y Hades, echándoselo a suertes: Zeus consiguió el cielo y el aire, Poseidón las aguas y Hades el mundo de los muertos (el inframundo). La antigua tierra, Gea, no podía ser reclamada y quedó bajo el dominio de los tres según sus capacidades, lo que explica por qué Poseidón era el dios de los terremotos y Hades reclamaba a los humanos que morían.
Gea estaba resentida por cómo Zeus había tratado a los Titanes, porque eran sus hijos. Poco después de subir al trono como rey de los dioses, Zeus tuvo que luchar con otros hijos de Gea, los monstruos Tifón y Equidna. Zeus derrotó a Tifón atrapándolo bajo una montaña, pero dejó a Equidna y a sus hijos con vida como desafío para futuros héroes.
Zeus era hermano y marido de Hera, con quien tuvo a Ares, Hebe y Hefesto, aunque algunas fuentes dicen que Hera tuvo a Hefesto sola. Algunos autores incluyen a Ilitía y Eris como hijas suyas. Zeus es famoso por sus conquistas de muchas mujeres mortales —entre las que destacan Sémele, Alcmena, Ío, Europa y Leda— y ninfas, de las que nacieron los fundadores de muchas dinastías griegas. La mitografía olímpica recoge incluso uniones con las diosas Leto, Deméter, Dione y Maya.
Muchos mitos muestran a una Hera muy celosa de estas conquistas amorosas, y enemiga sistemática de todas las amantes de Zeus y de los hijos que tenían con él. Durante un tiempo, una ninfa llamada Eco tuvo el trabajo de distraer a Hera de estas aventuras hablándole incesantemente. Cuando Hera descubrió el engaño, maldijo a Eco a pronunciar solo las palabras de los demás.
Hera también se representa despreciando profundamente a Ganimedes, un muchacho troyano a quien Zeus llevó al Olimpo para ser copero de los dioses, además de erómeno suyo.
Se dice que Hera, irritada con Zeus por el motivo que fuera, se retiró a la isla de Eubea, y que Zeus, como no podía persuadirla, fue a ver a Citerón, que era entonces señor de Platea y no era inferior en sabiduría a nadie. Citerón aconsejó a Zeus que hiciera una imagen de madera y !a llevara cubierta sobre una yunta de bueyes, y que dijera que se casaba con Platea, hija de Asopo. Él actuó siguiendo el consejo de Citerón. Hera en seguida se enteró y llegó en seguida; y cuando se acercó al carro y rompió el vestido de la imagen, se puso contenta con el engaño al encontrar una imagen de madera en lugar de una novia, e hizo las paces con Zeus. Por esta reconciliación celebraron las fiestas Dédalas, porque antiguamente llamaban a las imágenes de madera “dédalas”.
Uno de los autóctonos, llamado Aquiles, era llamado hijo de la tierra. Cuando Hera huía de la unión con Zeus Aquiles la recibió en su cueva y la persuadió para que se casara con Zeus; se dice que este fue el primer matrimonio de Zeus y Hera. Zeus, entonces, prometió a Aquiles que haría famosos a todos los que llevaran su nombre. Es por esa razón que Aquiles, el hijo de Tetis, es famoso.
Los llamados «raptos» de Zeus no eran aventuras amorosas sino sucesos míticos que sucedían en los cultos locales a ninfas del agua o los bosques, que eran suplantadas por el orden patrilineal olímpico imperante, provocando una revolución cultural, social y religiosa, o al menos una reforma radical de las creencias antiguas y una lectura reinterpretada de las prácticas religiosas establecidas.
Resulta notable que ninguno de estos raptos involucrase a las diosas olímpicas. Zeus solía engendrar con la ninfa el progenitor epónimo de una estirpe de reyes que sobreviviría hasta épocas heroicas o históricas arcaicas. En muchos casos Hera, la «celosa» diosa que representaba las tradiciones religiosas conservadoras, se vengaba atrozmente de la desleal «desertora», quien sucumbía al nuevo orden (véase Ío, etcétera). Cuando la raptada era humana, su madre era siempre una ninfa o semidiosa.
Así narra Homero:
«Contestó Zeus, que amontona las nubes: — ¡Hera! Allá se puede ir más tarde. Ea, acostémonos y gocemos del amor. Jamás la pasión por una diosa o por una mujer se difundió por mi pecho, ni me avasalló como ahora: nunca he amado así, ni a la esposa de Ixión, que parió a Pirítoo consejero igual a los dioses; ni a Dánae Acrisiona, la de bellos tobillos, que dio a luz a Perseo, el más ilustre de los hombres; ni a la celebrada hija de Fénix, que fue madre de Minos y de Radamantis igual a un dios; ni a Sémele, ni a Alcmena en Tebas, de la que tuve a Heracles, de ánimo valeroso, y de Sémele a Dioniso, alegría de los mortales; ni a Deméter, la soberana de hermosas trenzas; ni a la gloriosa Leto; ni a ti misma: con tal ansia te amo en este momento y tan dulce es el deseo que de mí se apodera».
Y así refiere Ovidio:
«La Meónide dibuja a Europa burlada por la apariencia del toro; dirías que el toro y los mares son de verdad. Ella se mostraba mirando las tierras que dejaba atrás y llamando a sus amigas: parecía sentir temor del agua que la salpicaba y encoger sus melindrosos pies. También representó a Asteria, que era sujetada por un águila agresiva, y a Leda, recostada bajo las alas del cisne. Añadió cómo Júpiter (Zeus), oculto bajo la apariencia de un sátiro, colmó a la hermosa hija de Nicteo con doble prole y cómo fue Anfitrión cuando te conquistó, Tirintia, cómo siendo de oro burló a Dánae y siendo de fuego a la Asópide, siendo pastor a Mnemósine, o pintada serpiente a la Deoide».
El escultor griego Fidias esculpió sobre el 435 a. C. una estatua de Zeus de 14 m de altura. La estatua se erigió en Olimpia y era quizá la más famosa de la Antigua Grecia, tradicionalmente considerada una de las siete maravillas del mundo antiguo. Fidias hizo la túnica y ornamentos de oro y talló el cuerpo en marfil.
En el neoplatonismo, la relación de Zeus respecto a los demás dioses se interpreta como el Demiurgo o Mente Divina. Específicamente, dentro de las Enéadas de Plotino y de las Teología Platónica de Proclo.