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Manteo de debajo o faldellín es la denominación popular para una prenda de mujer, similar a una falda, usada desde la segunda mitad del siglo XVI y conservada en el medio rural como falda exterior hasta bien entrado el XX. En el conjunto de la indumentaria femenina tradicional aparece a veces asociado o identificado con otras prendas como la "pollera" y distintos tipos de refajos.
En su origen, el manteo fue una falda interior confeccionada con bayeta o paño de lana basta, solapada por delante y muy usada en el medio campesino español, como alternativa de la saya o para abrigo por debajo de la basquiña. Con el tiempo su uso en la indumentario popular lo convirtió en falda exterior. Algunos investigadores consideran que en la práctica los manteos y refajos serían una misma prenda, con posible diferenciación a partir de su uso 'para debajo' o como prenda de abrigo usada interiormente. Se anotan incluso fechas -en el norte de la Meseta Central y en general la España septentrional- como el año 1791 limitando la denominación de manteo para las prendas de ropa interior. También se cita el Diccionario de la Real Academia, donde a partir de 1803, el manteo ya no se especifica como prenda de ropa interior.
Se menciona como color más habitual el encarnado, aunque también abundan los manteos de tonos marrones, amarillos y blancos.
En el entorno geográfico de la Peña de Francia y la Sierra de Béjar, en la provincia de Salamanca, se han conservado interesantes ejemplos de vestimenta, con modelos tradicionales de manteo tan singulares como los de La Alberca o Candelario. La investigadora Álvarez Curto describe el traje de manteo albercano -menos majestuoso y típico que el de Candelario- con las siguientes características esenciales:
Las referencias al manteo menudean en la literatura española e hispanoamericana en sus muy diversas manifestaciones. Asimismo ha quedado recogida con generosidad en refraneros, coplas, coplillas y cantares, como puede leerse en este ejemplo:
Popular
Es decir, un periodo de tiempo que comprende principalmente los siglos XVI y XVII. En esta época el manteo se conocía también con el nombre de enaguas, aunque esta denominación ha ido designando prendas distintas. Se tiene muchas referencias por las descripciones que Lope de Vega hacía en sus obras. Según este autor, el manteo se usaba debajo del monjil, que era una especie de hábito completo que llegaba hasta los pies.
La mal casada (1621) Lope de Vega
El manteo cubría desde la cintura a los pies. En esta época era una prenda lujosa que alcanzaba precios elevados, hecha de tejidos de seda o brocatel, prevaleciendo los adornos caros de oro y plata, aunque también los había más pobres, aquellos que usaba la clase popular, de telas más bastas pero con el lujo añadido de la buena pasamanería. En un pasaje de Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán se dice:
... pidiome una vez que le comprase un manteo de damasco carmesí, que vendía un corredor de la Puerta del Sol con muchos abollados y pasamanos de oro, y no querían por él menos de mil reales...
Los inventarios que se conservan tanto en archivos particulares como estatales son un buen testimonio de la presencia de esta prenda en la indumentaria femenina. Éste puede ser un ejemplo de los muchos que existen: