En el mundo actual, Tontillo es un tema que ha capturado la atención de personas de todas las edades y ámbitos de la vida. Desde su impacto en la sociedad hasta sus implicaciones en la tecnología, Tontillo ha sido objeto de numerosas discusiones y debates en los últimos años. A medida que continuamos explorando este fenómeno, se vuelve imperativo examinar de cerca sus diferentes aspectos y entender cómo está moldeando nuestro mundo actual. En este artículo, profundizaremos en las diversas facetas de Tontillo y exploraremos su relevancia en nuestra vida diaria.
Tontillo es uno de los nombres que se le dio a un armazón interior para ahuecar las faldas. En el grupo de los verdugados, se le puede considerar hijo del guardainfante y su continuador, el guardapiés. Estaba dotado como algunos de ellos de aros o ballenas para aumentar la apariencia del cuerpo femenino; se vistió en la indumentaria femenina durante los siglos XVII y XVIII.
Este aparatoso complemento para la alteración de la apariencia femenina se popularizó en España durante el reinado de Carlos II, viniendo a sustituir al no menos aparatoso guardainfante habitual en el reinado anterior. Su uso se extendió hasta finales del siglo XVIII.
Sobre varias enaguas, bajo la basquiña y otros tipos de sayas, faldas o vestidos cuya amplitud o pliegues permitían la deformación a la altura de las caderas, este armazón se extendía mucho a cada lado plano por delante y por detrás, a diferencia del redondeado miriñaque decimonónico que daba al cuerpo forma de campana.
Cuando en el comienzo del siglo XVIII el tontillo conquistó la moda francesa, se rebautizó como panier (precedente del miriñaque y la crinolina), haciendo referencia a los paniers, cestas que cuelgan a ambos lados en los animales de carga. El tontillo francés fue aumentando gradualmente de amplitud a medida que transcurría el siglo de las luces, llegando a alcanzar casi un metro de largo por cada lado en la época de María Antonieta, lo que obligó en muchos casos a modificar las puertas de los carruajes, hogares y establecimientos para que las damas pudieran acceder con facilidad (esta falta de funcionalidad sin embargo permitía a las damas un constante cimbreo o baile para caminar de costado, que debía resultar muy atractivo e incluso seductor, según describe Choderlos de Laclos).