En el mundo actual, Culto imperial se ha convertido en un tema de gran relevancia e interés para una amplia audiencia. Desde su surgimiento, Culto imperial ha capturado la atención de expertos y aficionados por igual, generando debates apasionados y opiniones encontradas. Su impacto se ha extendido a diversos ámbitos, desde la política y la sociedad hasta la cultura popular y el entretenimiento. En este artículo, exploraremos diferentes aspectos relacionados con Culto imperial, analizando su evolución a lo largo del tiempo, sus implicaciones en el mundo actual y las perspectivas a futuro. Culto imperial sigue siendo un tema en constante evolución, y su influencia no deja de sorprender a quienes se adentran en su complejidad.
Un culto imperial es una forma de religión de estado en el que un emperador o una dinastía de emperadores (o gobernantes con otro título), son adorados como mesías, semidioses o deidades. Aquí «culto» se usa en el sentido de «adoración», no en un sentido moderno peyorativo. El culto puede ser a la personalidad en el caso de una figura de Evémero recientemente ascendida o una de identidad nacional, como en el imperio etíope o imperio japonés) o una deidad supranacional en el caso de estados multiétnicos (p.e. China imperial o el Imperio romano).
En la antigua China, los emperadores eran considerados «Hijos del Cielo». En el Antiguo Egipto, los faraones masculinos eran considerados encarnación del dios Horus, lo que derivaba de ser hijo del dios solar, Hathor (o, más tarde, Isis), o la deidad del cielo, Nut. En el Imperio romano, el culto imperial fue la veneración del emperador romano como un dios, práctica que comenzó con Augusto y que se convirtió en elemento destacado de la religión romana. Durante el Imperio incaico, el Sapa Inca era considerado «hijo del dios Sol (Inti) y de la diosa Luna (Quilla)». Por lo que se refiere a Japón, antes del final de la Segunda Guerra Mundial, el emperador japonés pretendía ser descendiente de dioses.