En el mundo actual, 1 Juan 3 es un tema que ha capturado la atención de millones de personas en todo el mundo. Con su impacto en la sociedad, la cultura y la economía, 1 Juan 3 se ha convertido en una figura prominente en la vida moderna. Desde su influencia en las redes sociales hasta su papel en la política, 1 Juan 3 ha demostrado ser un tema fascinante y relevante en el mundo contemporáneo. En este artículo, exploraremos las diversas facetas de 1 Juan 3 y analizaremos su impacto en diferentes aspectos de la vida cotidiana.
1 Juan 3 es el tercer capítulo de la Primera epístola de Juan del Nuevo Testamento de la Biblia Cristiana compuesta por Juan, uno de los primeros Doce Apóstoles de Jesús.
División en capítulos (con referencias cruzadas a otras partes de la Biblia):
La filiación divina es una realidad espléndida por la que Dios da gratuitamente a los bautizados una dignidad estrictamente sobrenatural, que los introduce en la intimidad divina y los hace domestici Dei, familiares de Dios.
Llegar a ver a Dios (cfr 3,2) es la esperanza que sostiene y anima al cristiano en el camino hacia la santidad, y que le lleva a luchar contra el pecado. «El pecado es iniquidad» (v. 4).
Esta expresión —explica San Juan Pablo II—, en la que resuena el eco de lo que escribe San Pablo sobre el misterio de la iniquidad (cfr 2 Ts 2,7), se orienta a hacernos percibir lo que de oscuro e inaprensible se oculta en el pecado. Éste es, sin duda, obra de la libertad del hombre; mas dentro de su mismo peso humano obran factores por razón de los cuales el pecado se sitúa más allá de lo humano, en aquella zona límite donde la conciencia, la voluntad y la sensibilidad del hombre están en contacto con las oscuras fuerzas que, según San Pablo, obran en el mundo hasta enseñorearse de él.
Ante los herejes que afirmaban poseer un conocimiento especial de Dios (gnosis) que los colocaba por encima del bien y del mal, haciendo irrelevante el pecado, Juan recuerda las palabras de Jesús: «Por sus frutos los conoceréis». Los criterios para discernir la verdad son la práctica de la justicia, que incluye la búsqueda de la santidad y la lucha contra el pecado, y la vivencia del amor fraterno. La expresión "hijos del diablo" no debe interpretarse de manera literal, sino como una forma típica del lenguaje semita, que indica a quienes se alinean con las obras del diablo.
....
........
.......
Los que no viven el amor fraterno son tan homicidas como Caín. Por contraste, el modelo es Cristo, que dio su vida por nosotros. El amor fraterno se debe manifestar, por tanto, con obras y de verdad y tiene como consecuencia la confianza plena en Dios, que conoce todo (vv. 19-22).
Creo que ésta es la perla que buscaba el comerciante descrito en el Evangelio, que, al encontrarla, vendió todo lo que tenía y la compró (cfr Mt 13,46). Ésta es la perla preciosa: la caridad. Sin ella de nada te sirve todo lo que tengas; si sólo posees ésta, te basta. (…) Puedes decirme: “no he visto a Dios”; pero ¿puedes decirme: “no he visto al hombre”? Ama a tu hermano. Si amas a tu hermano que ves, también verás a Dios, porque verás la caridad y dentro de ella habita Dios.
El amor verdadero se manifiesta en obras concretas. «
Obras quiere el Señor —decía Santa Teresa—, y que, si ves una enferma a quien puedes dar algún alivio, no se te dé nada de perder devoción y te compadezcas de ella; y si tiene algún dolor, te duela a ti; y si fuese menester, lo ayunes porque ella lo coma, no tanto por ella como porque sabes que tu Señor quiere aquello; ésta es la verdadera unión con su voluntad, y que si vieras loar mucho a una persona, te alegres más mucho que si te loasen a ti.
Los mandamientos divinos se resumen en un doble aspecto (vv. 22-24): la fe en Jesucristo y el amor a los hermanos.