dama con abanicos | |
---|---|
Autor | Édouard Manet |
Fecha | 1873 - 1874 |
Técnica | óleo sobre lienzo |
Dimensiones | 94 × 82 cm |
Ubicación | Museo de Orsay , París |
Dama con abanicos es un cuadro del pintor francés Édouard Manet , realizado en 1873-1874 y conservado en el Musée d'Orsay de París .
Nina de Villard , la mujer retratada, era una figura extravagante y enérgica que había hecho de su casa parisina un salón frecuentado por una mezcolanza literario-artística de alcance nacional: entre los habituales había personalidades como Paul Verlaine , Stéphane Mallarmé , Anatole France y , por supuesto, el propio Manet. [1]
Manet retoma a su joven amiga en una pose doméstica y nada convencional: Nina, de hecho, está tumbada en un sofá, apoyando el codo en una almohada y envuelta en un vestido argelino de tela negra (que suele llevar en las recepciones) que volumétricamente enfatiza la figura, bien separada de esta manera de los tonos blancos del sofá y la pared monocromática del fondo. Este último, en particular, está decorado para la situación con tapices y abanicos japoneses, que en ese momento gozaban de enorme popularidad en Europa: esta escenografía, también reproducida en el retrato de Stéphane Mallarmé (Manet) y en varios cuadros de Monet, Whistler, Tissot y Renoir, no parece tener fines simbólicos particulares. [1] [2]
En este cuadro Manet demuestra su talento para el retrato, logrando penetrar con agudeza en la psicología del personaje representado. No cabe duda que la artista mira a Nina con simpatía, y no duda en resaltar su elegancia y su tendencia a la convivencia social; detrás de la diversión y la complicidad palpitante, sin embargo, hay una naturaleza cogitabunda, cansada y hasta melancólica, que ni siquiera la leve sonrisa que corre por sus labios logra disimular. La redacción pictórica, como es habitual, tiene un aspecto sumario y descuida los detalles en favor de una interpretación más viva y veraz de la imagen, obtenida con el uso de pinceladas a veces rápidas y vibrantes, a veces minuciosas y quebradas. Mención especial merece la elección cromática del vestido de Nina, animado por un negro brillante, incluso luminoso, propio de Manet. [1]