| Retrato de Hilaire De Gas | |
|---|---|
| Autor | Edgar Degas |
| Fecha | 1857 |
| Técnica | óleo sobre lienzo |
| Dimensiones | 53 × 41 cm |
| Ubicación | Museo de Orsay , París |
El Retrato de Hilaire De Gas es un cuadro del pintor francés Edgar Degas , realizado hacia 1857 y conservado en el Musée d'Orsay de París .
René Hilaire De Gas, abuelo del célebre pintor, fue un hombre que tras el tormentoso pasado de la Revolución Francesa decidió trasladarse a Nápoles, donde incursionó en el mundo de los negocios convirtiéndose en un banquero rico a la vez que culto: se tratan los hechos biográficos de René con mayor detalle en el párrafo Edgar Degas § Orígenes familiares . El joven Degas, después de haberse formado en su tierra natal, coronaría entonces sus estudios visitando a su abuelo en Nápoles, una ciudad culturalmente muy viva en la época. La obra, fechada arriba a la derecha ("Capodimonte 1857"), después de varios vagabundeos encontró su ubicación definitiva en el Musée d'Orsay, en París, donde aún se exhibe con el número de inventario RF 3661. [1]
A René Hilaire Degas, captado sentado en un sillón, ciertamente no le falta porte: para la ocasión viste un chaleco blanco, pantalón gris y chaqueta negra, que resaltan su distinguida apariencia. Sin embargo, la expresión levemente cansada de su rostro y el bastón con mango de marfil que sostiene sobre el regazo delatan el peso de sus ochenta y siete años y la inexorabilidad del tiempo que pasa. El bastón, sin embargo, también sugiere su condición de cabeza de familia y, de hecho, da la impresión de una autoridad innata. [2] Además del presente cuadro, una de las cumbres absolutas del retrato degassiano, el pintor habría retratado a su abuelo en tres dibujos a lápiz de 1856 y en otro óleo de 1857, inacabado, donde encontramos a René Hilaire sentado en una mesa atenta a leer el periódico con un sombrero verde en la cabeza.
Desde un punto de vista técnico, el cuadro se sitúa en una cuadrícula de líneas horizontales (descritas por el sofá), verticales (que siguen la imponente figura de René Hilaire) pero también diagonales (obsérvese el brazo izquierdo del hombre, que también es óptimo por dar estabilidad a la escena), en plena concordancia con los cánones compositivos del Renacimiento. La paleta, machacada por las armonías de los ocres y los negros, siente la viva influencia de las lecciones de Flandrin y Lamothe, maestros juveniles de Degas, que sin embargo ya está parcialmente superada gracias a la inclusión de un "amarillo suave y luminoso, que aclara todo la composición» (Alessandra Borgogelli). La escena, de hecho, revela una mayor viveza que las pinturas de los maestros, también porque está inundada de una luz que calienta sólo las partes más relevantes del cuadro y porque está animada por la pose casual y no demasiado oficial del abuelo. [3]
