El entierro de la sardina

El entierro de la sardina
Autorfrancisco goya
Fecha1814-1816
Técnicaoleo sobre tabla
Dimensiones82,5 × 52 cm
UbicaciónReal Academia de Bellas Artes de San Fernando , Madrid

El entierro de la sardina es un óleo sobre tabla (82,5 × 52 cm) de Francisco Goya , datable hacia 1812-1814 y conservado en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid .

Descripción

El lienzo representa una procesión un martes de Carnaval por el Manzanarre , en Madrid: el acto finalizó con el entierro de una sardina bordeada de cerdo. Este entierro pretendía concluir simbólicamente el período del Carnaval, cuya etimología latina era precisamente "carnem levare" (quitar la carne), y otorgar al pueblo español una última oportunidad de locura antes del período penitencial de la Cuaresma. [1]

Sin embargo, no hay rastro de la sardina en el lienzo. Lo que queda es la multitud alucinada, frenética, presa de un asombro eufórico y una confusión: muchos llevan máscaras de diablo y calaveras, para exorcizar el miedo a la muerte, y casi todos los participantes bailan, gritan, se retuercen, "como marionetas inconscientes movidas por hilos invisibles y malignos» (Borghesi). Esta grotesca payasada se desarrolla bajo la sombra de un cartel con la imagen de una sonrisa sucia, colocado en el centro óptico del cuadro, que alude a las ocultas y bárbaras atrocidades cometidas en España durante la Guerra de la Independencia. [1]

Resplandece en esta obra la amarga crítica de Goya a las supersticiones de la vieja España, que habían sobrevivido y, de hecho, corroborado por las exacerbaciones de la guerra. En efecto, al vivisectar esta sombría alucinación colectiva, el pintor aragonés es un preludio de los grandes exponentes de la objetividad alemana durante el período de entreguerras, como Otto Dix y George Grosz . Goya, en este sentido, manifestó una actitud ambivalente hacia el Carnaval, apreciando mucho su vitalidad benéfica y propiciatoria y el espíritu liberador, lo que hizo que en sus desfiles se abolieran todos los tabúes, privilegios y relaciones jerárquicas. El pintor, sin embargo, no pudo dejar de advertir cómo estas fiestas desembocaban a menudo en violentos excesos, lo que agudizaba su miedo a presenciar un crescendo de fuerzas oscuras y destructivas, como las que refrescaban en aquellos años los disturbios de la Guerra de la Independencia. [1]

Notas

  1. ^ a b c Silvia Borghesi, Giovanna Rocchi, Goya , en I Classici dell'Arte , vol. 5, Rizzoli, 2003, pág. 144.

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